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Consigue ahora el 40% de reembolsoLos servicios y productos de bajo coste o “low cost” se han extendido en los últimos años y abarcan ya casi a todos los sectores. Ya no está de moda presumir de lo mucho que nos costó algo, sino todo lo contrario, y sin perder prácticamente prestaciones. Para el caso de los seguros, por supuesto, mucha gente se fija solo en el precio y, aunque en ocasiones no es la peor decisión, tampoco suele ser lo más recomendable si no se comprueban antes otros detalles del seguro.
Los seguros de coche “low cost” presentan una gran gama de ofertas, pero hay que tener claro a qué se aplica el bajo coste. El precio de un seguro depende del tipo de vehículo que tenemos, del tipo de conductor que somos y de las bonificaciones de nuestra póliza, según el sistema “bonus/malus”, que premia al buen conductor y penaliza al malo). Las pólizas “low cost” se adaptan al cliente, al igual que cualquier otra, y disponen de un contrato en el que constan las condiciones y coberturas contratadas. Son “low cost” porque se hallan en la línea económica más baja posible, pero sin dañar la calidad del servicio.
Existen distintos tipos de pólizas “low cost”, al igual que existen distintos tipos de pólizas convencionales. Sus coberturas son iguales, aunque, es la aseguradora la que tiene la última palabra a la hora de incluir unas ciertas garantías o no. Las repasamos a continuación:
El precio que ofrecen las aseguradoras “low cost” es, a menudo, un 50% más barato. La pregunta es cómo pueden estas pólizas generar ganancias con unos precios tan ajustados y, al mismo tiempo, ofrecer un buen servicio al cliente. El primer elemento a tener en cuenta es que suelen operar a través de teléfono e internet, lo que posibilita un ahorro importante en oficinas, comerciales o intermediarios con los que sí trabajan las compañías convencionales.
Este tipo de compañías ofrecen también descuentos si el asegurado se da de alta por Internet o por teléfono, lo que supone de nuevo un ahorro de costes, puesto que el que hace toda la operación es el asegurado. De alguna manera es como si el cliente gestionara su alta y su seguro. Hay clientes que valoran, por el contrario, el trato directo con un comercial o el consejo experto que pueda darle. Son, sobre todo, los más jóvenes los que están acostumbrados a hacerlo todo por Internet y son los principales destinatarios de este tipo de productos. Para este tipo de clientes, en Arpem contamos con un amplio equipo de expertos que te asesorarán personalmente en la contratación de un seguro de coche.
Todas las compañías, sean o no “low cost”, proporcionan las mismas coberturas en los distintos seguros. Pero suele ocurrir que las compañías de bajo coste reducen al mínimo las indemnizaciones. Si se trata de un siniestro grave, la invalidez, el fallecimiento o la asistencia sanitaria pueden ser muy reducidos, respecto de las pólizas convencionales.
Esto también ocurre con otras coberturas, como la defensa jurídica o la asistencia en carretera, que puede ver bastante mermados sus servicios. Es muy probable que el asegurado tenga que hacerse cargo de algunos gastos, que pueden ser muy elevados, en caso de un accidente grave. El servicio no puede ser el mismo si se paga la mitad por él. Por eso, especialmente en este tipo de pólizas, es importante leer la letra pequeña.
Los seguros de bajo coste tienen una ventaja frente a los convencionales: son más flexibles. Esto quiere decir que el asegurado puede prescindir de garantías que no considera importantes (y que puede ser que no utilice) y quedarse solo con las principales. En otros casos, el cliente busca cumplir con la Ley contratando un seguro muy básico. Hay conductores que, por la ciudad en la que viven o el uso que hacen del coche, solo necesitan el seguro obligatorio y están acostumbrados a hacerlo todo por Internet, así que les basta con una póliza ”low cost”.
Los expertos de Arpem recomiendan…
Sin embargo, a pesar de todo lo que hemos analizado en los apartados anteriores, hay circunstancias en las que un seguro de bajo coste puede acabar costando más que uno convencional. La razón de esto es que, si se añaden garantías a la póliza básica o se reclaman mayores indemnizaciones, el resultado es un precio más elevado incluso que el de las compañías convencionales. Otro elemento a tener en cuenta es examinar qué ofrece la póliza durante el primer año y en los siguientes, porque puede ser que el seguro convencional acabe compensando.
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Estas pólizas suelen ofrecer las mismas coberturas que las pólizas convencionales. Pero la aseguradora ahorra en el servicio –que se hace todo a través de Internet– y también puede hacerlo en las indemnizaciones, en caso de accidente, más bajas de lo habitual.
Este tipo de pólizas suelen interesar a los conductores que buscan una póliza muy básica para cumplir con la Ley y que no consideran necesarias ciertas coberturas que las compañías ofrecen de serie. Suelen ser también productos pensados para gente joven acostumbrada a hacer todas las gestiones por Internet.
En caso de un siniestro grave puede ocurrir que la invalidez, el fallecimiento o la asistencia sanitaria reciban unas indemnizaciones muy reducidas. No se puede recibir lo mismo por pagar 3.000 euros que por pagar 600. Por eso es importante leer la letra pequeña.
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