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Consigue ahora el 40% de reembolsoNo todo el mundo tiene claro qué piezas tiene el motor de su coche. Hay quién ni siquiera se lo ha planteado, porque siempre pone en manos de otros su mantenimiento. Sin embargo, es importante conocer el interior de nuestro coche. Podemos sufrir una avería y quizá baste con revisar un pequeño elemento como el aceite o la batería para solucionarlo.
Medir el aceite o rellenar el depósito del líquido limpiaparabrisas son dos cosas que casi todo el mundo ha hecho. Ambos elementos se encuentran en la zona del motor del coche y son sencillos de revisar e incluso mantener para casi cualquier curioso. Sin embargo, hay conductores que puede que no tengan muy claro dónde se encuentran ambos elementos.
La mecánica de los vehículos ha cambiado mucho con los años y, lo que hace algunos años era un motor rodeado de un montón de cables, con manguitos o piezas metálicas, donde el motor quedaba prácticamente a la vista, hoy en día en la mayoría de los vehículos vemos unas enormes tapas de plástico que esconden las piezas del motor. Estas tapas tienen como objetivo aislarlo acústicamente.
Básicamente todos los coches se componen de las siguientes piezas:
El motor es, obviamente, el centro del vehículo. Su función es convertir el calor que produce la combustión, cuando se trata de un coche diésel, o por la explosión, en los vehículos de gasolina, en un movimiento con una potencia tal que hace girar las ruedas y mover el coche. Suele estar cubierto de una tapa de plástico negro.
El depósito en que se conserva el líquido de frenos dispone de la cantidad necesaria para que funcione el sistema, esto es, que se transmita la fuerza que hacemos contra el pedal del freno a las ruedas del coche. Sin este líquido, se pueden producir graves problemas en el sistema de frenado, lo cual puede generar una situación de gran peligro. Por esta razón, es esencial revisar de manera regular su nivel y asegurarse de que no tiene ningún defecto.
Esta pieza es un depósito transparente que contiene el líquido refrigerante o anticongelante. El objetivo de este líquido es absorber el calor que genera el motor, evitando así que se produzca un exceso de calentamiento. También evita que las distintas piezas del motor se congelen en invierno. Puede ser de color verde o rosa y, al igual que con los demás líquidos del sistema, hay que controlar que tenga siempre el nivel adecuado.
Proporciona la energía eléctrica necesaria para que el motor se ponga en marcha y alimenta todos los equipos eléctricos cuando el vehículo está detenido.
Permite saber la cantidad de aceite que hay en el depósito. Esta revisión hay que hacerla cada 1.000 kilómetros. Debemos colocarnos en un lugar llano y con el motor apagado y frío. Para comprobar la altura del aceite en la varilla, debes sacarla del depósito y limpiarla con un trapo. A continuación, debes introducirla de nuevo y volver a sacarla. Así sabrás cuál es el nivel del aceite. Todo está bien, si la marca en la varilla se encuentra entre las señales de máximo y mínimo.
Es uno de los componentes del motor más importantes, porque almacena el lubricante que baña las distintas piezas del motor cuando está en funcionamiento, evitando que se rocen unas con otras. Cuando la varilla indica que hay poco aceite hay que rellenar el depósito. Es importante hacer el llenado lentamente e ir comprobando los niveles cada tanto. Por supuesto, hay que echar siempre el mismo tipo de aceite.
Este mecanismo está compuesto de una bomba de desplazamiento que, por medio de unos émbolos unidos a cada inyector, proporciona el combustible necesario al motor para que pueda poner en marcha la combustión. Cuando se averían los inyectores, la reparación es muy cara. Es una de las situaciones más temidas por los conductores. Es esencial estar atento a su funcionamiento y a los elementos que muestran que se está produciendo un mal funcionamiento.
Esta pieza está formada por una serie de tubos por los que circula el aire que se dirige a las canalizaciones de la culata. En el interior de esta pieza está emplazado el caudalímetro, que mide la masa de aire que entra al propulsor, y el filtro de aire. Este elemento del motor hace que podamos conducir sin tirones y que el consumo de combustible sea el adecuado.
La dirección hidráulica, que evita que debamos hacer fuerza para girar el volante, consta de un circuito hidráulico, uno de cuyos elementos es el depósito, donde se almacena el aceite hidráulico. Cuando está fresco su color es frambuesa, pero se pone marrón cuando ha envejecido.
Está situado en la zona delantera del motor. Es una pieza metálica con forma de rueda. En su interior se alojan cables de cobre. Su objetivo es proporcionar electricidad al vehículo mientras está en marcha y recarga y mantiene la carga de la batería.
Los pistones y el cigüeñal hacen posible el movimiento del vehículo, porque convierten la energía de la combustión en movimiento. Los pistones se mueven hacia arriba y hacia abajo en el interior de unos cilindros, poniendo en marcha, a su vez, el cigüeñal que se encuentra debajo colocado de forma perpendicular. Cigüeñal y pistones están unidos gracias a las bielas, haciendo posible el movimiento.
Las válvulas están situadas en la parte de arriba de los cilindros, protegidas por la culata. Su objetivo es hacer posible la introducción en el motor de distintos elementos, como el combustible y el aire (válvulas de admisión) y la salida de los gases que sobran (válvulas de escape).
La culata protege el motor en su parte superior. Está colocada sobre la junta de culata, que garantiza el hermetismo del motor. Si se sobrecalienta, puede averiarse, produciendo una avería muy costosa.
Es un recipiente que se ubica justo debajo del motor, y se puede romper si ruedas sobre una gran piedra. Protege el motor evitando que el agua o el polvo entre en su interior, además de almacenar el aceite, para que el lubricante circule de forma correcta.
Existen importantes diferencias entre un motor de gasolina y uno de diésel. En el caso de un motor de gasolina la combustión se produce porque las bujías provocan la explosión de la mezcla de combustible y aire, moviendo entonces los pistones y, como consecuencia, las ruedas.
En el caso del motor diésel, inventado en 1983, se transforma el calor en trabajo mecánico, obteniendo una explosión de manera automática cuando la mezcla de combustible y aire alcanza una temperatura muy elevada. Esto produce una explosión, pero ésta no se produce por medio de las bujías.
Un coche guarda en su interior un gran conjunto de miles de piezas, encajadas como si formaran un puzzle. En la actualidad, este puzzle puede alcanzar unas 4.000 piezas, que deben estar ensambladas perfectamente, para que el vehículo pueda circular correctamente. Pero dependiendo de las marcas, puede haber cientos de configuraciones, con lo que no es sencillo saber exactamente de cuántas piezas hablamos. Pero la mayoría sirven para la parte mecánica.
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El proceso de combustión se desarrolla en el interior del motor, una pieza de acero o aluminio fundido, a la que van conectados todos los componentes. El aluminio fundido es más ligero y disipa el calor. En la actualidad, podemos encontrar numerosas variantes de motores de combustión que podemos clasificar en función de la disposición y número de cilindros o del combustible que utilizan.
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La elección de cada motor dependerá de lo que consideremos más importante: el consumo, las prestaciones o la suavidad de la conducción. Además del combustible (gasolina y diésel), los motores se pueden diferenciar en función de la disposición y el número de cilindros. Puede tratarse, por ejemplo, de un motor en línea (la disposición más habitual, con un motor de cuatro cilindros situados en línea) o de un motor en V (para propulsores de mayor cilindrada y con dos bancadas de cilindros situadas en forma de V) o Boxer (poco común, utilizado casi exclusivamente por Porsche o Subaru, con los pistones en posición horizontal).
Un coche puede llegar a tener 4.000 piezas, perfectamente ensambladas. Este encaje cambia con las distintas marcas. Puede haber cientos de configuraciones. La mayoría sirven para que funcione la parte mecánica.
Los coches de gasolina funcionan por una combustión que se produce porque las bujías provocan la explosión de la mezcla de combustible y aire. Los coches diésel, inventados en 1983, transforman el calor en trabajo mecánico, obteniendo así la explosión, cuando la mezcla de combustible y el aire alcanza una temperatura muy elevada.
El depósito de aceite es uno de los elementos más importantes en un motor. El aceite o lubricante baña las distintas piezas del motor, evitando que se rocen unas con otras y se desgasten. Es fundamental controlar su nivel en el depósito y reponerlo, siempre el mismo.
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