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El precio de esta póliza suele ser elevado y por esta razón no es la escogida en la mayoría de los casos. Sin embargo, el seguro a Todo Riesgo es muy útil en ciertas condiciones, por ejemplo, cuando se trata de asegurar un vehículo totalmente nuevo. Esta póliza es la más completa, aunque no hay que perder de vista que no todas las compañías ofrecen las mismas coberturas en las mismas condiciones.
La cobertura que define un seguro a todo riesgo es la de daños propios, que es la que sirve para cubrir los daños que se produzcan en el coche con motivo de un siniestro en el que resultes responsable, o donde no existan terceros identificados a quien reclamar.
Aparte de esta cobertura, cada compañía ofrece otras garantías y servicios para complementar sus pólizas y de esta forma atraer y fidelizar a sus asegurados. Esas coberturas extra o las condiciones concretas son las que distinguen la oferta de una compañía a otra y las que atraen al cliente a la hora de tomar una decisión.
Existen básicamente dos modalidades de seguro a todo riesgo: el seguro de coche a todo riesgo sin franquicia y el seguro a todo riesgo con franquicia. La diferencia primordial entre ambos es, en primer lugar, el precio, que es más elevado cuando no tiene franquicia. En el seguro sin franquicia, la compañía hace frente a todos los gastos originados por reparaciones y averías y las consecuencias de los siniestros.
Pero siempre debes comprobar qué siniestros cubre la póliza y no dar nada por hecho, porque hay algunas exclusiones importantes como cuando circulas en estado de embriaguez o se trata de un conductor menor de 25 años que no está incluido en la póliza.
Un seguro de este tipo puede ser el más conveniente si has tenido siniestros de los que has sido responsable, porque te da la tranquilidad de que, sea como sea el siniestro que tengas, seas culpable o no, tu póliza se hará cargo de todos los daños.
Un seguro a todo riesgo con franquicia tiene unas primas con un precio más bajo, porque, en caso de siniestro, los gastos provocados se dividen entre la compañía y el asegurado. La franquicia es la cantidad a la que debe hacer frente el asegurado cuando tiene un accidente en el que ha resultado culpable.
Esta cantidad puede oscilar habitualmente entre 90 y 1000 euros y es una buena elección si eres un buen conductor que apenas ha dado partes. Puedes disfrutar de una póliza más asequible, pero sin dejar de lado una protección muy completa en muchas otras situaciones que pueden ser muy graves.
Los seguros a todo riesgo incluyen las mismas coberturas que los seguros a terceros y terceros ampliados – daños derivados de robo o incendio, la reparación si hay rotura de lunas o la asistencia en carretera– , pero, además, cubre los daños propios del vehículo. Algunas compañías ofrecen la posibilidad de hacer una póliza “a medida”, escogiendo las coberturas que más te interesan, y eligiendo la cobertura de daños propios sólo en ciertos casos. Por ejemplo, si eres cazador, es posible que te interese la cobertura de daños sólo en caso de colisión con animales cinegéticos.
La cobertura de daños propios significa que la aseguradora cubrirá todos los desperfectos de un siniestro, incluso si eres responsable del accidente. Las otras pólizas no lo contemplan y si dañas tu coche al aparcarlo, por ejemplo, tú serás el único responsable y deberás hacerte cargo de la reparación, porque no puedes exigir la reparación en estas circunstancias. Con la cobertura de daños propios, tu aseguradora se hará cargo de todo esto.
La diferencia de una póliza a todo riesgo se basa también en otras coberturas muy interesantes. Por ejemplo, en caso de que el vehículo sea declarado como siniestro total, durante los dos primeros años en vigor de la póliza, es posible recuperar el valor a nuevo del coche -esto es, su valor justo antes del momento del siniestro– y desde el segundo año, el valor venal (su precio de venta en el mercado de segunda mano). No obstante, cada aseguradora ofrece un valor diferente, por lo que si quieres saber más, no dudes en preguntar a uno de nuestros asesores expertos en seguros de coche.
Si estás valorando asegurar tu coche recién salido del concesionario, una póliza a todo riesgo es la más conveniente, especialmente si se trata de un coche de alta gama, ya que sus reparaciones y recambios son bastante más caros que los de otros vehículos.
Esta cobertura es la que define un seguro a todo riesgo. El vehículo asegurado está protegido por su compañía en todo tipo de situaciones, sea o no culpable del siniestro en el que se vea envuelto.
Esta es la cobertura esencial para poder circular y que tiene cualquier seguro por básico que sea. Se aplica cuando causamos daños a terceros y se hace cargo de ella la compañía, tanto si son físicos como materiales. Un seguro a todo riesgo suele incluir también la Responsabilidad Civil Voluntaria, que cubre las indemnizaciones superiores al límite establecido para la Responsabilidad Civil obligatoria.
Si tras un siniestro, se produce un juicio, la aseguradora cubre el servicio de Defensa Jurídica. Pero, no hay que perder de vista que esta cobertura tiene un límite económico, dependiendo si el asegurado recurre a los abogados de la compañía o no. Si en el segundo caso, el presupuesto de la compañía puede reducirse drásticamente. Por otra parte, la Defensa Jurídica, además, de las reclamaciones de daños por parte de terceros, cubre también las que tu puedas plantear a terceros.
En un seguro a Todo Riesgo contarás con la garantía de rotura de lunas. A diferencia de otros seguros, éste suele incluir el techo solar, aunque no siempre. Lo habitual es que lo cubra si viene de serie con vehículo. También esta póliza suele diferenciarse de otros seguros por los acuerdos que establece con otros talleres y en qué condiciones a la hora de realizar la reparación. Por ejemplo, algunas compañías firman acuerdos con empresas que tienen talleres móviles, lo que significa que los cristales del coche pueden arreglarse “in situ”, sin necesidad de desplazarse.
La póliza cubre los daños causados por un incendio y por un robo o intento de robo (una cerradura forzada). Algunas pólizas a Todo Riesgo también pueden cubrir los daños, robo o incendio de objetos depositados en el interior del vehículo, algo que otras pólizas no cubren. Si se roba el coche, la valoración también es más favorable para el asegurado, como en la cobertura de daños propios.
Esta es una cobertura muy importante en una póliza. Puede que el coche sufra una avería repentina, un pinchazo o que te quedes sin gasolina., y necesitar un remolcado por una grúa o un arreglo “in situ”. La póliza contempla todos estos casos, aunque puede haber variaciones de una compañía a otra. Pero lo habitual es que incluya, además, asistencia a las personas, esto es asistencia sanitaria, traslados o gastos de hotel por culpa de la avería del coche en un viaje.
Es una cobertura voluntaria que no se incluye de serie en todos los seguros a todo riesgo, pero que se puede incluir de forma voluntaria. Existen muchas situaciones en las que no se puede prescindir del automóvil mientras este está en el taller para una reparación, especialmente si lo utilizas para trabajar. Por eso el coche de sustitución es una garantía importante. Algunas compañías pueden, además, recoger en tu propio domicilio y entregar tu coche al taller.
Con un seguro a todo riesgo, la aseguradora suele ofrecer, en caso de siniestro con culpa, una indemnización al asegurado, y a su familia, en caso de fallecimiento o invalidez, aunque hay ligeras variaciones entre compañías. Esta cobertura también incluye los gastos médicos del conductor y, en algunos casos, de los ocupantes, durante y un año desde el accidente. Normalmente debes acudir a los centros concertados con la compañía.
Si pierden algunos o todos los puntos de tu carnet, la compañía se hará cargo de los cursos de recuperación que establece la Dirección General de Tráfico. Puede haber algunas diferencias entre compañías: algunas pueden pagarlo todo o solo la matrícula. También cabe la opción de que te ofrezcan una cantidad diaria para cubrir tus gastos de transporte., mientras estés sin carnet.
Con una póliza a todo riesgo, será posible que tu coche se mantenga siempre en perfecto estado y como nuevo, porque cualquier mínimo desperfecto causado aparcando, por ejemplo, lo reparará la compañía gracias a la garantía de daños propios.
Además, el dinero que has gastado suele quedar asegurado durante los primeros dos años, puesto que puedes recuperar casi todo el valor del coche, en caso de un siniestro total. Un seguro a todo riesgo también ofrece coberturas como la de techo solar o la reparación de una avería “in situ”.
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Lo que consigues con una cobertura de este tipo es tranquilidad, especialmente cuando escoges la modalidad sin franquicia. Si puedes hacer este desembolso, no tendrás que pagar nada más que la prima mensual. Por eso, este puede ser tu seguro si tu coche es nuevo, si tiene menos de cinco años, si no quieres pagar ninguna cantidad añadida por ningún daño o tienes un coche de alta gama con reparaciones costosas.
Lo que no cubre nunca un seguro a todo riesgo son los daños que tú mismo hayas causado voluntariamente a tu vehículo. Para evitar estas situaciones, la compañía cuenta con peritos que examinan y establecen las causas del desperfecto o del siniestro. Tampoco los accidentes derivados de un estado de embriaguez, del exceso de pasajeros o de un comportamiento negligente al volante, como circular, por ejemplo, circular con la ITV caducada.
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Es importante tener todos los papeles en regla. La compañía no hará frente a las coberturas cuando el asegurado tiene el permiso de conducir caducado o no tiene al día la Inspección Técnica de Vehículos (ITV), circunstancias que, además, son susceptibles de una multa. La aseguradora tampoco puede actuar si el seguro está caducado, aunque la póliza se esté renovando en ese momento. Es importante también que figuren en la póliza todos los conductores, especialmente si alguno tiene menos de 25 años: si no es así, el tomador tendrá que hacer frente a todos los gastos. Muchas compañías son poco favorables, de hecho, a permitir que se incluyan este tipo de conductores en la póliza, por su inexperiencia y menor sensibilidad al riesgo.
Los seguros a todo riesgo ofrecen las mismas coberturas que los seguros a terceros y terceros ampliados – daños derivados de robo o incendio, la reparación si hay rotura de lunas o la asistencia en carretera– . La gran diferencia de un seguro a todo riesgo es la cobertura de daños propios.
En caso de siniestro total, una póliza a todo riesgo suele ofrecer una indemnización por el valor a nuevo del vehículo, durante los dos primeros años. Durante los cinco primeros, se puede recuperar el valor venal (valor de venta del coche de segunda mano) e incluso el valor venal mejorado en un tanto por ciento.
Una cobertura a todo riesgo, especialmente sin franquicia, es muy interesante para un coche que acaba de salir del concesionario, sobre todo si es de alta gama y sus reparaciones son muy costosas.
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