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en reseñas de GoogleEl tomador o titular de un seguro es, según la ley, la persona, física o jurídica, interesada en contratar la póliza para recibir determinada protección y, por tanto, aparece como titular de ésta y en ella aparecen sus datos personales. El tomador del seguro es, principalmente, el encargado de pagar la prima y firmar la póliza correspondiente.
Al ser la persona que ha realizado la contratación de la póliza, el tomador es también quien se responsabiliza del pago y de renovar la prima. Por eso conviene dejar claras las diferencias entre el tomador del seguro, el asegurado y el beneficiario, figuras que, a veces, se prestan a confusión, puesto que todos figuran en el contrato de la póliza y, en ocasiones, pueden ser personas diferentes.
El asegurado es la persona a la que la póliza protege y que no tiene por qué coincidir con el tomador. Por ejemplo, si queremos contratar un seguro de coche a nuestro nombre y asegurar a nuestro hijo como conductor, nosotros seremos el tomador, pero él será el asegurado o conductor del vehículo y, por lo tanto, quien disfrutará de todas las coberturas contratadas. Finalmente, el beneficiario de la póliza es el que recibe la indemnización, en caso de que se produzca un siniestro. Antes de formalizar la póliza, es importante comprobar que estas figuras están claramente definidas, para evitar confusiones en el futuro.
Es importante dejar claro que la figura de beneficiario no se presenta en todos los seguros, solo en los que contemplan una indemnización económica o derechos de resarcimiento para las personas que elija el tomador del seguro o para aquellas afectadas por el siniestro que contempla la póliza.
Cuando se trata de pólizas de un seguro de vida, de decesos o de responsabilidad civil, los beneficiarios de la indemnización suelen ser distintos al tomador y al asegurado. El tomador es quien se encarga de designar a los beneficiarios de la póliza en caso de siniestro y quien renueva el contrato o lo da de baja. El tomador y el asegurado son diferentes, cuando una empresa suscribe un seguro de Accidentes para sus empleados. En este caso, la compañía es el tomador y los trabajadores los asegurados y, por tanto, los beneficiarios.
Cuando el tomador es el asegurado, también es el beneficiario de la póliza. Por ejemplo, si una persona contrata un seguro de Vida para sí mismo y, tras sufrir un accidente, padece una incapacidad permanente, recibirá la indemnización contratada. También puede ocurrir que tomador, beneficiario y asegurado sean la misma persona. Esto ocurre cuando se contrata un seguro de Vida para la pareja y se establece que sean los hijos los beneficiarios de la póliza si ésta fallece.
Como hemos visto, el tomador es el que contrata y paga el seguro y el asegurado, el que está cubierto por la póliza contratada. Por su parte, la diferencia entre asegurado y beneficiario puede ser un poco más difícil de captar. Cuando se trata de un seguro de vida, por ejemplo, esa diferencia está muy clara: si fallece el asegurado, el beneficiario es quien cobrará la indemnización y éste puede ser el cónyuge o los hijos o incluso una organización benéfica. El asegurado es la persona que está cubierta por la póliza. En caso de ocurrir un accidente, el asegurado es quien recibe las prestaciones suscritas. Por tanto, asegurado y beneficiario coinciden.
Cuando se adquiere un vehículo, pero no se terminan de hacer todos los trámites para cambiar la titularidad, tanto del vehículo como del seguro, te pueden sancionar y de doble manera. Primero por no haber realizado el cambio de titularidad del vehículo, porque es obligatorio en caso de fallecimiento del primer propietario o si se otorga una compraventa. En segundo lugar, porque la póliza puede carecer de validez, ya que estará a nombre de un fallecido. Se considera una infracción grave conducir un vehículo que no cumple los requisitos administrativos que exige la Ley en España en España. Esta infracción puede castigarse con 200 euros.
El tomador del seguro tiene varias obligaciones. En primer lugar, significa asumir unas obligaciones contractuales, como la de pagar la prima y comunicar a la compañía cualquier modificación en el riego. Por su parte, el asegurado tiene unos derechos, porque es quien disfrutará de la protección del seguro. Y la compañía aseguradora no puede rechazarlos ni obviarlos.
En el documento de contrato de un seguro, consta que el tomador está obligado a pagar el seguro. En este documento también se expone cuándo quiere el tomador que se activen las coberturas contratadas. El asegurado, que es la persona protegida por la póliza, puede quedar establecido en el contrato, aunque esto no siempre es así. Por tanto, si no está especificado en la póliza, se dará por hecho que el asegurado es el tomador. No hace falta precisar con nombres y apellidos al asegurado, basta con explicar sus características. Esto pasa, por ejemplo, en los seguros de empresa, en los que se puede definir como asegurados a los trabajadores. El beneficiario también puede quedar especificado en el contrato. Esto es útil cuando se trata de un seguro de vida, aunque no es obligatorio hacerlo constar. Si es así, se entenderá como beneficiario al heredero establecido por la ley.
Los expertos de Arpem recomiendan…
Si heredas un coche, lo primero que tienes que hacer es acudir a la Jefatura Provincial de Tráfico para hacer constar la transmisión del vehículo. Debes tener, en ese caso, su custodia, mientras es adjudicado a un heredero. El plazo, desde el fallecimiento, es de 90 días. Y desde ese momento, te conviertes en el titular del coche. Si finalmente eres el adjudicatario, tendrás que notificarlo en un plazo también de 90 días a la Dirección General de Tráfico y solicitar un nuevo permiso de circulación, a tu nombre. En lo que respecta a la póliza del seguro, deberás cancelarla, notificando el fallecimiento del titular, y solicitar un nuevo seguro, si quieres seguir en la misma compañía. Cuando el tomador fallece, la póliza quedará cancelada, puesto que el seguro se ajusta a un determinado perfil.
El tomador de un seguro es la persona que suscribe la póliza y figura como su titular. También se compromete a renovarla y a pagar la prima. Hay que tener claras las diferencias entre asegurado, que puede coincidir con el tomador, y el beneficiario, que es quien recibe la indemnización en caso de que se trate un seguro de vida o decesos.
En este caso, el tomador también es el beneficiario. Suele ocurrir en pólizas que el tomador contrata para sí mismo, en caso de sufrir un accidente con una incapacidad permanente.
Es obligatorio terminar de hacer todos los trámites para cambiar la titularidad, tanto del vehículo como del seguro. De lo contrario, te pueden sancionar. Se considera una infracción grave, castigada con hasta 200 euros de multa.
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